20101009

Las sillas de mis posaderas

 "Sobre las sillas que soportan tantos culos y tanta histeria y tanta historia del hombre, que me las imagino aburridas y frías por semejante tarea, esperando siempre que nadie llegue a sentarse en ellas... también sobre la frialdad de la belleza, que enseña y enseña, pero no calienta..."

Las sillas ordenadas, quietas, 
a distancia de metro entre ellas, 
de terciopelo verde, 
de madera de barniz claro y de olores sin olor, 
frio como los veraneantes sin su copa de champagne de las ocho de la mañana, 
como la luz fria de las Iglesias,
tan preocupadas de la luz,
tan despreocupadas por la ausencia de calor, 

las sillas tan sin gente que las ocupe,
tan tres en línea sin haber siquiera jugado,
quieren y no pueden,
pretenden ser acogedoras y se olvidan de lo cotidiano,
los alambres que se clavan en el culo, 
el mimbre que se engancha en los jerseys de punto, 


y en ausencia de la risa del mediodía, 
en ausencia de los licores de medianoche, 
sólo me quedan sillas quietas, 
ordenadas y vacías, 
a distancia de metro entre ellas, 
esperando comensales que las ocupen, 
esperando posaderas bien repletas, 
que de tanto sentarse en ellas, 
quedaron cuadradas hace mucho tiempo, 

itzalen artean

sillas de madera del Ikea,
cuentas atrás hacia vestidos rosas, 
hacia bolsillos repletos de billetes, 
completando la colmena de cada día, 
celdas cuadriculadas de tapices de terciopelo verde,

sillas que esperan la noche, 
que soportan el peso de la humanidad,
sin queja y sin fractura en su ánimo,
que en su frialdad escucharon demasiado,
tan despreocupadas por la ausencia de calor, 
que se diría lo disfrutan a cada instante,
rezando en su distancia perfecta de un metro,
"que nadie venga a sentarse aquí",
"que estoy cansada de soportar tanta desdicha",
"que no quiero más fanfarronería",
"que han derramado demasiada cerveza sobre mi piel",

las sillas ordenadas, quietas,
a distancia de metro entre ellas, 
de terciopelo verde, 
de madera de barniz claro y de olores sin olor, 
siempre dispuestas,
llenas de luz y vacías de calor, 
como Catedrales de las posaderas del mundo...

2 comentarios:

Al nivel del suelo dijo...

Hay tantas sillas diseñadas y por diseñar que cada cúal diseñará la suya con el tiempo y el rincón donde la vida lo vaya a sentar..

¡Saludos!

Dejame que te cuente dijo...

cai he olido el barniz de esas sillas..
precioso texto
un abrazo elros
:-)

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