20101028

Una noche de octubre

"Un paseo por el barrio, dejándome llevar por las imágenes que entran por mis ojos, por las sensaciones que pasan por mi cuerpo, transformándolas dentro de mi para ver y sentir lo que a mi me apetece sentir..."

Fijo la mirada en el asfalto, 
ya no es rojo, 
acaso granate, 
tirando a gris, 
es la noche, 
son las luces de las farolas, 
teñidas de amarillo, 
pero no el amarillo de la fuerza, 
son el amarillo de las luces de la noche, 
ese amarillo que no deja pasar la luz de la luna llena, 

que la luna llena hoy ni siquiera se ve llena, 
y apenas se distingue detrás de la bruma, 
es tan espesa que seguro se puede caminar sobre ella, 
apuesto a que alguien camina sobre ella, 
como lo hago yo sobre el asfalto rojo, 
que ahora no se ve rojo, 

20101018

Jugando con el Lego

"Cada niño crea sus mundos, los cuales van diluyéndose con el tiempo, hasta llegar a deshacerse entre las aguas de la realidad... Pero deben de ser como la energía, ya que con un poco de ejercicio de la memoria, somos capaces de volver a darles vida y bucear entre ellos..."

Mantiene sus ilusiones en el congelador,
mantiene vivas las esperanzas,
cada vez que mira del revés,
se da cuenta de su perfil optimista,

vive en cada uno de sus barquitos de papel,
cruza anchos charcos canturreando,
sigue almacenando besos en las mejillas,
al compás de un tango el baila un vals,

sus anhelos le sujetan la vida,
como se sujeta una marioneta,
con hilos de noches de insomnio,
con hilos de ojos soñadores,

20101009

Las sillas de mis posaderas

 "Sobre las sillas que soportan tantos culos y tanta histeria y tanta historia del hombre, que me las imagino aburridas y frías por semejante tarea, esperando siempre que nadie llegue a sentarse en ellas... también sobre la frialdad de la belleza, que enseña y enseña, pero no calienta..."

Las sillas ordenadas, quietas, 
a distancia de metro entre ellas, 
de terciopelo verde, 
de madera de barniz claro y de olores sin olor, 
frio como los veraneantes sin su copa de champagne de las ocho de la mañana, 
como la luz fria de las Iglesias,
tan preocupadas de la luz,
tan despreocupadas por la ausencia de calor, 

las sillas tan sin gente que las ocupe,
tan tres en línea sin haber siquiera jugado,
quieren y no pueden,
pretenden ser acogedoras y se olvidan de lo cotidiano,
los alambres que se clavan en el culo, 
el mimbre que se engancha en los jerseys de punto, 

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